Quiero comenzar con un agradecimiento: a Padelnetwork.com, por ofrecerme un espacio donde
poder escribir sobre un tema tan importante pero con tan pocas oportunidades de debate: la
inequidad que sufre, desde sus inicios, el padel femenino con respecto al masculino.
Esta situación tiene dos puntos centrales: la deuda histórica con las mujeres pioneras del padel en
los años 80 y 90 del siglo pasado, y la persistencia de la desigualdad entre padel femenino y
masculino en pleno siglo XXI, y ya con 15 campeonatos mundiales disputados. Si bien no
podemos decir que el padel haya excluido a las mujeres y niñas, sí es un hecho que el padel
femenino jamás logró estar en un plano de igualdad REAL con el padel masculino. Empecemos
con un ejercicio sencillo: Googlear “padel”, y entrar a Wikipedia.
Primera conclusión (si uno/a no conoce la historia del deporte): el padel es un deporte
exclusivamente masculino.
A los fines de hacer más llevadera la lectura –y, espero, más claras las aristas del tema del título-,
dividí la nota en cuatro subtemas, todos ellos de igual importancia, más allá del orden elegido.
1. (IN)EQUIDADES ACTUALES
El Campeonato de España de Padel 2021, que se realizó a fines de octubre, no contó con la
presencia de las jugadoras profesionales, quienes decidieron no participar al enterarse de que, al
margen de los premios, que se iban a repartir de forma paritaria, se ofreció de manera exclusiva a
los caballeros una retribución económica extra. Un buen ejemplo de algo que se había escrito con
la mano, y que luego se borró groseramente con el codo. Un escalón más abajo de esto podemos
situar al pádel femenino en Argentina, que ni siquiera tiene paridad en los premios, manteniendo
una histórica inequidad desde el origen de los tiempos.
Se suele decir que el deporte femenino tiene menos popularidad, y que eso justifica las diferencias
de sponsorización, de premios a repartir, y de visibilización en medios de comunicación (tanto de
eventos como resultados y la publicidad). Y en verdad es exactamente lo contrario. Tenemos que
invertir el orden causa-consecuencia; la menor visibilización, menores apoyos en materia de
sponzoricación y menores –a veces, mucho menores- retribuciones económicas o premios,
provocan que el deporte femenino tengo menos popularidad que el masculino. “No se quiere lo
que no se conoce”, reza una popular frase (atribuida, entre otros, a Da Vinci).
Para las niñas, y para las mujeres en general, queda entonces una interpretación distorsionada de
su cuota de participación en el mundo del padel, y esto dificulta la posibilidad de ver la rentabilidad
de los propios esfuerzos deportivos al mismo nivel que los hombres. No existe, para las carreras
deportivas femeninas, y por más prometedoras que éstas sean, la operatividad del principio de
“igual remuneración por igual tarea” con respecto al universo del padel masculino.
Primera conclusión: sin igualdad real de oportunidades, de retribuciones, etc. no hay igualdad de
género en el mundo del padel.
2. LAS REDES SOCIALES: NO CONFUNDIR VENTANAS CON PUERTAS
Es interesante destacar que, si bien las redes sociales han bajado las barreras de acceso a la
notoriedad (o al menos a cierto grado de visibilidad, que antes solo era posible si los medios de
comunicación te concedían algún espacio), y todas las jugadoras tienen la posibilidad de
“aparecer” y ser de alguna manera sus propias agentes de prensa, esto claramente no suple las
falencias e inequidades antes mencionadas. Lo que sí han logrado las mujeres mediante el uso de
redes es llamar la atención sobre la situación de desigualdad (que trasciende banderas y
disciplinas deportivas, aquí no es exclusiva del padel la desigualdad). Las redes sociales son una
suerte de ventanas para que las deportistas tengan sus propias voces, pero la estadística indica
que la “puerta” grande de las menciones en medios deportivos por Internet, solo se abre el 5% de
las veces para mujeres (y el padel no es ajeno a esa proporción).
De un informe reciente realizado por la agencia española de marketing WOT (Women on Top),
surge una conclusión contundente: “El deporte femenino muchas veces es noticia por cuestiones
extradeportivas o ayudas de empresas, en ocasiones a través de la responsabilidad social
corporativa, y en realidad lo que deberían hacer es visibilizar el deporte como tal”.
Y por supuesto las redes, salvo algunos casos puntuales de cuentas que rescatan historias y
anécdotas deportivas del pasado (sobre deportistas masculinos en el 99% de los casos), son para
el ahora, y siguen quedando afuera historias y trayectorias deportivas de glorias del padel
femenino que permanecen invisibles. Esto se conecta con la parte final de la nota.
Segunda conclusión, muy similar a la primera: sin igualdad real de oportunidades y de
visibilización por cuestiones deportivas, no hay igualdad de género en el mundo del padel.
3. TECHOS DE CRISTAL (Y NO SOLO PAREDES)
Marylin Loden inventó la expresión “techo de cristal” para referirse a los obstáculos -algunas veces
invisibles- que muchas mujeres enfrentan cuando buscan ascender en sus carreras profesionales
y deportivas. Para que se entienda mejor: en lo formal –leyes, reglamentos, etc.- mujeres y
hombres tienen los mismos derechos; pero en lo material, en la realidad, existen innumerables
barreras que frenan el ascenso de la mujer en distintos ámbitos, barreras que son culturales y no
personales. No son por falta de capacidad, preparación o ganas, sino que se deben a un sesgo
cultural fuertemente arraigado, y que en el padel parece gozar de notable salud: la creencia de
que los hombres son “líderes innatos”, mejores negociadores, menos emocionales, más
preparados para la toma de decisiones importantes y que dan, en definitiva, una “mejor imagen”
(de casi todo).
¿Y cuál es la consecuencia de esto en el “mundo padel”? La ausencia de mujeres dirigentes en
puestos relevantes, la carencia de directoras de torneos, la falta de voces femeninas con voz y
voto real en las entidades rectoras del deporte (APA y FAP, en Argentina, FIP a nivel
internacional). Tampoco se ven mujeres con esos galones en el WPT. Idealmente, deberían ser
mujeres que vengan del padel, ex jugadoras, que las hay en cantidad (en Argentina las conozco a
todas personalmente; a las españolas, a muchas de ellas) y que estarían sin dudas dispuestas a
aceptar el desafío. Claro que, para eso, hoy por hoy, hay solo dos caminos, ninguno sencillo:
empezar una movida del tipo #MásMujeresEnLaAPA, o recibir al menos un guiño del patriarcado
padelístico que corta el bacalao, para sumarnos a la mesa. En este sentido, algún tipo de “acción
afirmativa” a nivel institucional, sería un fantástico punto de partida, y un buen ejemplo a copiar
bien podría ser el del tenis, con la flamante designación de la ex Nº1 de la WTA, la francesa
Amelie Mauresmo, como primera mujer en dirigir nada menos que el torneo de Roland Garros,
uno de los 4 “grandes”.
Como nota de color, que justamente sirve de botón de muestra para lo anterior, puede
mencionarse la inclusión de Cecilia Bacigalupo en la primera Comisión Directiva de la Asociación
de Paddle Argentino (APA) como vocal suplente 6ta. (¡último lugar de la lista!), puesto que “Ceso”
ocupó por poco tiempo y ciertamente de manera más simbólica que real dentro de un grupo con el 99% de hombres (varios de ellos “poderosos” en distintos ámbitos, hasta un ex presidente PRO
padel…).
En el deporte español, por ejemplo, las mujeres ocupan el 14% de los puestos ejecutivos
(aclaración, por si hace falta: “secretaria”, “vocal”, “encargada de RRHH” o “encargada de
comisión”, no cuentan como puestos ejecutivos). Y sí: faltan puntos de referencia, es decir,
mujeres que hayan logrado abrir(se) camino “fuera de la pista” en el padel. La presencia d
mujeres en los altos cargos dentro de las empresas y federaciones o asociaciones de padel es
casi nula -o prácticamente testimonial-, tal como puede apreciarse en las fotos que se difunden
desde lo institucional, en distintas partes del mundo.
La carrera de una jugadora profesional se acaba el día que disputa su último partido, salvo
algunas excepciones, y sin contar por supuesto a quienes continúan como entrenadoras y/o
directoras de clubes. Si se incluyen más mujeres en los directorios de empresas y torneos, clubes
deportivos y asociaciones, esto hará que en el futuro cercano más mujeres aspiren a esos puestos
que, por otra parte, son merecidos por derecho propio, y no deben ser vistos como favores o
concesiones porque “es políticamente correcto”. Ex jugadoras profesionales, algunas
multicampeonas mundiales, podrían aportar de muchas maneras desde lo empresarial, lo
periodístico, y lo dirigencial.
Cito, para cerrar este apartado, a Ruth Bader Ginsburg, fallecida en 2020, ex Jueza de la Corte
Suprema de Justicia de EEUU, y un ícono de la defensa de los derechos de las mujeres: “Cuando
a veces me preguntan cuándo habrá suficientes mujeres en la Corte Suprema de EEUU y digo
‘cuando haya nueve’, la gente se sorprende. Pero había nueve hombres, y nadie ha planteado
nunca una pregunta al respecto”. Algo igual podría decirse del padel, reemplazando CSJ de EEUU
por APA, FIP o FAP.
Tercera conclusión: sin representación paritaria/igualitaria en ámbitos relevantes de toma de
decisiones, no hay igualdad de género en el padel.
4. LAS OLVIDADAS DEL “PADDLE”
Este punto lo dejé para el final, pero no por ello es el menos importante. Como corolario de los
puntos anteriores es fácil advertir que, dentro de esa dinámica, la HISTORIA del deporte que va a
emerger -el archivo, los homenajes y los reconocimientos-, no incluirán a las mujeres, o lo harán
de forma muy limitada e incompleta. A todo nivel, los DATOS son recolectados de ciertas formas,
por ciertos actores e instituciones, y por ciertos motivos. Los relatos y dinámicas que son el
“output” (producto) de esos datos, jamás van a mostrar nada de lo que no se relevó: si las
jugadoras mujeres somos vistas como menos relevantes (“más baratas”), nadie se tomará el
trabajo de contar en detalle nuestra historia (como de hecho ocurrió y ocurre). En comparación
con el padel masculino de los inicios, en Argentina poco se sabe –salvo excepciones puntuales,
pero igualmente injustas con las enormes trayectorias- de las camadas de jugadoras de mediados
y fines de los 80s del siglo pasado, y de quienes ganaron los primeros mundiales (1992, 1994,
1996), de donde salieron muchas de las referentes históricas de las camadas posteriores, tanto a
nivel local como internacional.
Como parte integrante del mundo del padel profesional desde 1993 a 2004, puedo dar fe de que
hemos pagado pasajes a los mundiales, no solo para jugar por equipos sino también los Open, y
una vez allí, hemos recibido remeras, chombas y equipos “talle S de hombre” (sí, en vario
mundiales), porque “de mujer no se hicieron” (!!!). Hemos jugado torneos a la par de los hombres
cuyo premio era un cuarto de la bolsa masculina. No nos invitan a la fecha argentina del WPT (en
mi caso, pago religiosamente las entradas, y no soy la única que lo hace), porque claro: no vienen
las mujeres a la fecha local del WPT, no hay ni siquiera un cuadrangular exhibición, ni tampoco
algo como un clínica a cargo de ex jugadoras profesionales, por ejemplo. Nada. Ni un mínimo
mimo al alma (reconocimiento por haber representado al país y haber ganado mundiales, pagando
pasajes de nuestro bolsillo) para un puñado de jugadoras que hicieron historia en el padel, en la
forma de una entrada de cortesía, aunque más no sea para las rondas de 16avos de final (por
cierto: el martes 23 de noviembre de 2021, Sebastián Nerone jugó su último partido profesional en
el BAPM. Las gradas, semivacías, bien podrían haber contado con la presencia de varias
jugadoras históricas que con gusto hubieran saludado a un amigo en su despedida del padel
profesional).
Las históricas del padel merecen algo más que aplauso, medalla y beso. Basta mirar por ejemplo
el tenis, los torneos de Grand Slam, donde históricas campeonas ocupan palcos de primera,
entregan trofeos, comentan partidos y participan de manera activa en la actualidad del deporte al
que supieron engalanar en sus años de competencia. Hay buenos ejemplos para copiar.
Cuarta conclusión: sin igualdad de datos históricos e igualdad de respeto por la trayectoria, no hay
equidad de género en el mundo del padel.
Reflexión final
Se habla de “crecimiento” del padel –torneos en Asia, información bilingüe en redes, circuitos que compiten por quedarse con los jugadores, uso de algoritmos cada vez más sofisticados para estadística, etc-. Si bien esto es cierto, y saludable para un deporte que está lejos de haber encontrado su techo de popularidad, no lo es menos que también sería un crecimiento –igual o incluso más relevante que el mencionado- el hecho de que el padel femenino esté en igualdad de condiciones en los puntos antes mencionados. “RES, NON VERBA”, decía Cecilia Grierson. Eso es lo que nos hace falta: HECHOS, NO SOLO PALABRAS.